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Ciertamente el tema del abuso o matonaje escolar, es un tema que hoy preocupa a la comunidad toda, sobre todo cuando casos de extrema violencia aparecen en los medios de comunicación, impactando a la sociedad. Nos preguntamos sorprendidos en ese momento, qué está pasando con nuestros jóvenes y niños. Si bien es cierto que los casos de bullyng están siendo más frecuentes, sobre todo los de alto nivel de violencia y exposición mediática, tenemos que precisar que el "abuso" en la escuela ha existido siempre y de alguna manera tiene que ver con un aprendizaje social que se da al interior de las comunidades educativas y formadoras de niños y jóvenes. En el buen sentido de las palabras, aprendemos de esas experiencias.
Aprendemos a defendernos, a descubrir que la violencia no lleva a nada bueno, aprendemos a controlar los impulsos, en resumen aprendemos a socializarnos. Ya en las salas cunas vemos como algunos niños y niñas van desarrollando ciertas conductas inadaptativas que hay que corregir, como por ejemplo morder a otro, peliar por un juguete, o simplemente a pegar cuando no se les da algo. Todas estas conductas responden a mecanismos adaptativos del desarrollo de los niños y niñas, pero que corregidas a tiempo, encausadas adecuadamente desde el primer momento, no debieran ser problemáticas.
Pero parece que algo no nos ha resultado como sociedad, y se nos han escapado de las manos estas emociones negativas hacia los otros. Parece que en la formación de nuestros niños y jóvenes, de alguna manera, se ha ido relajando la incorporación del auto control.
El matonaje o abuso escolar, responde a un modelo de violencia intra escolar que tiene que ver con sentirse, por parte del abusador y de sus cómplices, aceptados por sus pares y con una gran necesidad de liderar grupos. En estudios sobre la violencia se descubre que hay una profunda carencia afectiva en el agresor, la que disfraza con seguridad, arrogancia y autonomía.
Pero más allá de la caracterización del matonaje escolar, el problema del “Bullyng”, tiene a mi juicio, cuatro miradas a desarrollar:
La Comunidad Escolar: La comunidad escolar es por naturaleza el lugar en donde se deben dar estos problemas, en donde deben surgir. Si, esto problemas deben salir y tenemos que estar atentos a ellos, pues es aquí en donde deben ser corregidos. No olvidemos que la escuela es una entidad integral de formación y no solo de instrucción académica. Muchas veces rasgamos vestiduras porque estas cosas suceden en nuestras escuelas, pero es allí donde deben salir, ¿dónde más? El problema radica en que como nos auto engañamos, pensamos que en nuestra comunidad educativano no pasa nada, no vemos o no queremos ver que hay problemas, que a nuestros niños y jóvenes les pasan cosas de diversa índole, por lo tanto no se enfrentan y por supuesto explotan cuando ya es tarde y hay daño a personas. Entonces: Un buen colegio no es aquel en el cual no existe ningún problema, eso es muy poco probable. Un buen colegio no se auto engaña, está siempre alerta.Un buen colegio es aquel que se hace cargo de toda aquellas situaciones de la vida de los alumnos, por difíciles o complejas que puedan parecer.
En el caso puntual que tratamos, la escuela no debe negar si hay casos de abuso, no debe esconder las situaciones difíciles, al contrario debe asumirlas como un factor más a corregir y mostrar cuáles son sus políticas educativas de cambio, porque así además educa a la comunidad mostrándole que los problemas se enfrentan , que cuentan con los mecanismos de control y sobre todo de remisión de las conductas desadaptativas.
La solución no es desterrar al abusador y victimizar al agredido. No hay que olvidar que tanto el abusador, así como el abusado, son personas en formación, de los cuales hay que hacerse cargo.
Todo colegio debiera tener uno o dos psicólogos educacionales, los cuales están precisamente para gestionar los procesos de cambio y de desarrollo de los alumnos y sus familias, de modo que a la hora de elegir un colegio para sus hijos, este es un aspecto muy importante a evaluar.
Modelos de Formación: Nuestra sociedad debe contar con un modelo de formación que no solo valore lo académico, sino que sea un proceso integral de formación. Que sea capaz de abordar e integrar desde los primeros años de vida el tema de la violencia, de los derechos humanos, de la sexualidad, del maltrato, del abuso, de la probidad, drogas, etc. de modo que se haga un trabajo formador integral que asume también lo preventivo, el que debe ser amplio y sin censuras.
Hoy nos ocupa este tema, porque se nos ha escapado de las manos. Son muchos los casos en los cuales jóvenes y niños se ven envueltos en problemáticas de violencia y criminalidad temprana y es signo de que no contamos con un modelo de significado y filosófico de lo que queremos como sociedad.
De qué nos sirven los modelos: Los modelos nos sirven para desarrollar todas las políticas de una sociedad, como por ejemplo las educacionales. Si una sociedad valora los derechos humanos, todas las acciones educativas estarán orientadas a desarrollar esos conceptos, es decir habrá contenidos, metodologías, cursos, charlas, etc, que se deberían desarrollar al respecto en cada establecimiento educacional, incluso desde los niveles preescolares.
La formación integral crea carácter, hace seguras a las personas, las hace capaces, les entrega herramientas y recursos. Nos muestra que las emociones positivas y negativas son parte de nuestra condición humana y por lo tanto las integra. No podemos seguir parchando el modelo, la sociedad civil y el estado deben buscar y crear un nuevo modelo formador de personas, que sea integrativo y no academicista, que sea humano y no exitista, que de oportunidades y que no separe.
La Familia: Pareciera una frase para el bronce, "la familia es la primera formadora de las personas", pero así es.
Un niño que abusa de otro, nos muestra que algo está pasando en esa familia, y muchas veces no tiene que ver con sea golpeado o mal tratado (en otros casos si), sino que tiene que ver con conductas agresivas que ve en sus figuras significativas en el diario vivir, como por ejemplo al ver y escuchar a sus padres discutiendo con altos niveles de agresividad; o bien al ir conduciendo un vehículo y las reacciones que se tienen al tener alguna diferencia con alguien. No quiero decir que con estas conductas individualmente se pueda crear problemas en los niños y jóvenes, pero cuando esto es recurrente y se transforma en el estilo relacional con los demás, si es una posible causa. Bandura en sus estudios sobre violencia plantea que esta es aprendida.
También tiene que ver con la falta de límites que ponemos a nuestros niños y jóvenes. Hoy vemos como la sociedad ha ido relajando los límites y los controles en el proceso de formación de los niños y niñas. Llegamos a casa cansados de nuestros trabajos y muchas veces no tenemos ganas de conversar o compartir con ellos, los dejamos solos, no nos hacemos cargo, lo que nos genera culpas y por lo tanto relajamos los límites como una forma de compensar nuestra “falta”. Esta conducta puede generar en algunos niños o niñas, sentimientos de abandono o falta de interés por parte de los padre, y por lo tanto inseguridades que podrían llegar a producir síntomas como el de abusar de otros, en el entendido que con esa forma de actuar, se pretende asegurar la complacencia del grupo de pares para sentirse reafirmados y perteneciendo a alguien.
Sin duda la familia, sin importar como esté configurada o constituida, es el primer formador de los niños y niñas, y es allí en donde se deben inculcar los valores transversales que acompañarán a esa persona en el proceso de crecer y desarrollarse. Recordemos que un joven o una joven de 15 o 16 años, aunque parezca maduro o seguro de sí mismo, aún están en un proceso formativo el que hay que seguir y acompañar.
Hacernos cargo: Hacernos cargo, significa que debemos enfrentar el tema integralmente. Primero cuando ya existe el bullyng, crear los mecanismos de reparación tanto para el niño agredido, como para él o los agresores, situación que compete a la comunidad educativa, a la familia de los involucrados y al estado para generar las instancias de reparación. Esto es dar apoyo psicológico y educativo a ambas familias, con programas ad-hoc y conducentes al cambio de actitud para unos y de resiliencia para los otros (abusados), así como para toda la comunidad escolar en donde existió o se materializó el abuso.
A juicio de los psicólogos educacionales, la escuela o colegio, tiene que reconocer que existe el problema, debe abordarlo en toda su dimensión tanto al interior y exterior de la comunidad formadora. Generar las instancias de diálogo necesarias con apoderados y alumnos y sobre todo diseñar acciones de capacitación a profesores, alumnos y apoderados para que puedan tempranamente detectar los aspectos que están siendo deficitarios en la formación y actitud de los niños y jóvenes a su cargo, de modo que no se vean sorprendidos cuando el problema ya surgió.
La Familia por otra parte, tiene que hablar de este y de todos los temas posibles, sobre todo cuando vemos o sentimos que nuestros hijos son de un carácter más tímido y pueden ser vulnerables, de modo que la familia (el grupo significativo), le entregue a todo sus miembros, las miradas particulares que cada hogar tiene al respecto, y así ir co-creado las confianzas para contar y hablar todo lo que sea necesario abordar. Se sabe que las familias que hablan y abordan los temas, logran incorporar mayores herramientas emocionales e intelectuales para enfrentar las situaciones difíciles y complejas, y esto le sirve no solo a los hijos, sino a todos sus miembros.
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