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Depresión
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La depresión ocupa uno de los primero lugares en el ranking de las llamadas enfermedades psicológicas y psiquiátricas. Y entre ellas, el diagnóstico de depresión endógena, lamentablemente va en aumento.

Todas aquellas depresiones en que no se puede determinar una causa concreta del malestar y que perduran largo tiempo las clasifican como depresiones endógenas, de carácter hereditarias o genéticas. Por el contrario aquellas en las cuáles es posible acercarse a una causa o comienzo, por ejemplo una pérdida, las clasificarían como depresiones reactivas.

La psiquiatría aborda este tema, desde el punto de vista clínico como, problemas de desbalance bioquímico por lo que el tratamiento  principal es en base a medicamentos, para lo cual, a la persona que consulta, le recetan una variada gama de ansiolíticos, antidresivos, que lo que hacen es inhibir la emoción “negativa” que la persona manifiesta, como puede ser  pena, tristeza, desaliento, etc., sin embargo, es necesario indicar que como todo problema psicológico, las emociones negativas, son el síntoma de un desbalance emocional, producto de un problema o episodio, resonante afectivamente para una persona.

Pero más allá de esta discusión, que ya ha sido tratada en otros artículos (¿Existen las enfermedades psicológicas?¿Por qué ir al psicólogo?), la pregunta que queremos desarrollar en este breve artículo es: qué nos sucede que nos deprimimos, cuál es el proceso psicológico que nos lleva al desbalance emocional que denominamos estar en un estado depresivo.

Vittorio Guidano, en el desarrollo de la teoría de la psicoterapia posracionalista, postula que cada persona tiene un tono emotivo, una organización de significado personal, que se ha desarrollado desde el primer día de nuestra vida, es decir desde que nacemos. Otros autores refieren que este proceso comienza uno o dos meses antes de nacer, pero lo importante es que desde el día uno, se desarrolla un proceso en el cual producto, de la dialéctica que se produce en la relación con la figura significativa, que generalmente es la madre (teoría del apego), se va configurando un patrón afectivo, un tono de cómo cada persona va a modular las emociones. Y no sólo eso, sino qué tipo de emociones van a ser las fundamentales para esa persona.

Con este tono afectivo o significado personal más o menos plasmado producto de este proceso y que es particular para cada persona, captamos las experiencias que nos suceden a diario, a cada momento, y que son siempre emotivas. Es decir nos producen una respuesta emocional que va a estar en sintonía con el todo afectivo de cada persona.

Estas experiencias inmediatas son inconscientes, es decir las captamos, pero no tienen nombre, son, por lo que el proceso siguiente es ponerles nombre, es decir darnos una explicación, la que debe ser los más coherente posible con la experiencia vivida de modo de internalizarla y hacerla propia. Explicar una experiencia es contarme algo de lo que he vivido. Cuando me encuentro con una amiga y esta me mira un poco molesta o bien siento que está extraña, percibo su  tono emocional y enseguida me doy la explicación: “parece que se enojó conmigo porque no lo saludé ayer porque estaba de cumpleaños”. Esa explicación es coherente a lo que estoy sintiendo, se me olvidó que era su cumpleaños y recién me acordé, me da vergüenza. Así las explicaciones nos cuentan lo que siento, les damos nombre, coherencia con lo vivido.

Por ejemplo: Un Señor, llega a su trabajo y se encuentra con su jefe quien le dice: “mira la producción está baja y tenemos que cumplir con los pedidos que ya están vendidos porque si no, la verdad no hay como justificar los cambios que hicimos en la fábrica”. Este Señor siempre ha sido un ejecutivo de producción y toda su carrera profesional la ha hecho en la línea final de producto, por lo que está acostumbrado a las presiones que se producen cuando están sobre vendidos. Pero esta vez el comentario de su jefe, no es recibido de la misma manera y le gatilla una serie de emociones. Termina el día, se va a su casa, pero ha quedado con un sentimiento de pesar, de estado de ánimo bajo, el cual perdura un tiempo, situación que es notada por su familia y amigos, pero que él comienza a atribuir a que está cansado, con mucho estrés, que hay mucha presión porque nuevamente están sobre vendidos, es decir se comienza a explicar la experiencia inmediata no coherentemente con las emociones que le surgieron a partir de su tono emotivo. Es decir se auto engaña (lo que siente y lo que piensa).

Ciertamente, el comentario de su jefe gatilló una serie de emociones que van más allá de las presiones a las cuales está acostumbrado por su tipo de trabajo, emociones que no alcanzaron a ser explicadas y por lo tanto  se vuelven incoherentes con lo que está sintiendo o lo que sintió. Es decir está dejando afuera la causa de su malestar: “es por causa del estrés, de la presión, del cansancio”. De esta manera podría comenzar un proceso depresivo, el que sería propio y particular para esta persona en el contexto de vida y de significado personal de ese individuo.

Pero qué le puede estar pasando: Tal vez, tiene un tono afectivo con el cual su sistema de coherencia interna lo refiere o  valida permanentemente desde lo externo, la emoción que pudo sentir ha sido de vergüenza porque sintió que no está cumpliendo las expectativas de su jefe, y va a quedar en evidencia que no sirve,  o bien que no ha hecho las cosas bien y por lo tanto no es digno de tener ese cargo, etc.

Nos deprimimos, porque no alcanzamos a darle coherencia a lo emotivo (lo que sentimos) con la explicación que nos damos de esa experiencia, que como mencioné anteriormente, siempre es emotiva.

Las depresiones que se viven como síntomas, es decir que ya no podemos controlar, están llenas de esas contradicciones y la persona se vuelve rígida y no ve salida a su problema, por este motivo el tratamiento siempre es explicativo, y necesitamos trabajar con esas emociones que los medicamentos quieren anular.

En este sentido no existe la depresión endógena, porque lo que le pasa a la persona diagnosticada como depresiva endógena, es una “falla” explicativa, de coherencia. Cuando era bebé o niño, no era depresivo o distímico, simplemente sus explicaciones alcanzaban para su momento de vida.

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